10 enero 2007

NIETZSCHE CONTRA ROYO


¿Hombre, Simón Royo, cómo vamos? Sabemos a ciencia cierta que nos visitas casi a diario. Lo sabemos… SÍ… No puedes evitarlo, ¿eh?

Bueno, Simonete, hemos estamos revisando nuestras lecturas de Nietzsche de los primeros años de carrera para escoger una cita que vaya contigo. Fíjate cuánto te queremos que te vemos reflejado en cada línea. Eso debe ser un síntoma de la gran “pasión” que has despertado en nosotros.

Escucha, escucha "al tete Fritz", que desea decirte una par de cosillas…


***

Ejem, ejem… Hola, Simonastro, soy tu tete Fritz.

El tete Fritz en realidad sí está cabreado contigo. ¡Cuidado que voy armado!Mira, no estoy enfadado contigo. Lo que pasa es que últimamente has invocado mi legado filosófico en vano y, la verdad, comienza a cansarme esta situación. No eres el único que no me entiende. Creo que a todo el que me lee le ocurre eso, pero tu prurito por imitarme me parece enfermizo, sobretodo por la desmaña que exhibes. No es por presumir, mozalbete, pero fui un gran filólogo, un gran pensador y un genio de la lengua alemana. Se han inspirado en mí figuras tan destacas como Thomas Mann o James Joyce y tu abrupta llegada a mi círculo ideológico perturba mi paz eterna.

He azuzado en pesadillas a otros tantos postmodernillos como tú que cada día mancillan mi nombre citándome como borregos. Así que seré breve: no soy ni comunista, ni socialista ni anarquista. ¡Dejadme en paz!

Ahora, léeme:

(El ocaso de los ídolos, 34, El cristiano y el anarquista)

Cuando el anarquista, como portavoz de las capas sociales decadentes, reclama con hermosa indignación «derechos», «justicia» e «igualdad de derechos», habla sólo bajo el peso de su propia incultura que le impide saber por qué sufre realmente, de qué es pobre: es decir, de vida. Su instinto dominante es el de causalidad: alguien tiene que tener la culpa de que él esté tan mal... Por otra parte, su «hermosa indignación» le hace bien por sí sola; cualquier pobre diablo siente placer injuriando, porque esto le produce una pequeña borrachera de poder. La simple queja, el mero hecho de quejarse, puede darle un encanto a la vida y hacerla soportable. En toda queja hay una pequeña dosis de venganza: a quienes son de otro modo se les reprocha, como una injusticia, como un privilegio ilegítimo, el malestar e incluso la mala condición de quien se lamenta. «Si yo pertenezco a la canalla y soy un canalla, tú deberías pertenecer a ella y serlo también»: con esta lógica se hace la revolución.

El quejarse no sirve absolutamente para nada: es algo que procede de la debilidad. No hay una gran diferencia entre atribuir nuestro malestar a otros como hace el socialista, o atribuírnoslo a nosotros mismos, como hace el cristiano. Lo que en ambos hay de común —y habría que añadir de indigno— es que alguien debe ser culpable de que se sufra; con pocas palabras, el que sufre se receta, como medio de combatir su dolor, la miel de la venganza. Los objetos de esa necesidad de venganza, que es una necesidad de placer, son causas ocasionales: el que sufre encuentra por todas partes causas para saciar su pequeña venganza. Si es cristiano, digámoslo otra vez, las encuentra dentro de él... Tanto el cristiano como el anarquista son decadentes.

Pero incluso cuando el cristiano condena, calumnia y ensucia el «mundo», lo hace movido por el mismo instinto que impulsa al obrero socialista a condenar, calumniar y ensuciar la sociedad. El propio «juicio final» es, igualmente, el dulce consuelo de la venganza, la revolución que también espera el obrero socialista, sólo que concebida como algo más lejano. El propio «más allá»... ¿para qué serviría ese más allá si no fuera para ensuciar el más acá?...



Christ und Anarchist. – Wenn der Anarchist, als Mundstück niedergehender Schichten der Gesellschaft, mit einer schönen Entrüstung »Recht«, »Gerechtigkeit«, »gleiche Rechte« verlangt, so steht er damit nur unter dem Drucke seiner Unkultur, welche nicht zu begreifen weiß, warum er eigentlich leidet – woran er arm ist, an Leben... Ein Ursachen-Trieb ist in ihm mächtig: jemand muß schuld daran sein, daß er sich schlecht befindet... Auch tut ihm die »schöne Entrüstung «selber schon wohl, es ist ein Vergnügen für alle armen Teufel, zu schimpfen – es gibt einen kleinen Rausch von Macht. Schon die Klage, das Sich-Beklagen kann dem Leben einen Reiz geben, um dessentwillen man es aushält: eine feinere Dosis Rache ist in jeder Klage, man wirft sein Schlechtbefinden, unter Umständen selbst seine Schlechtigkeit denen, die anders sind, wie ein Unrecht, wie ein unerlaubtes Vorrecht vor. »Bin ich eine Kanaille, so solltest du es auch sein«: auf diese Logik hin macht man Revolution. – Das Sich-Beklagen taugt in keinem Falle etwas: es stammt aus der Schwäche. Ob man sein Schlecht-Befinden andern oder sich selber zumißt – ersteres tut der Sozialist, letzteres zum Beispiel der Christ –, macht keinen eigenlichen Unterschied.

Das Gemeinsame, sagen wir auch das Unwürdige daran ist, daß jemand schuld daran sein soll, daß man leidet – kurz, daß der Leidende sich gegen sein Leiden den Honig der Rache verordnet. Die Objekte dieses Rach-Bedürfnisses als eines Lust-Bedürfnisses sind Gelegenheits-Ursachen: der Leidende findet überall Ursachen, seine kleine Rache zu kühlen, – ist er Christ, nochmals gesagt, so findet er sie in sich... Der Christ und der Anarchist – Beide sind décadents. – Aber auch wenn der Christ die »Welt« verurteilt, verleumdet, beschmutzt, so tut er es aus dem gleichen Instinkte, aus dem der sozialistische Arbeiter die Gesellschaft verurteilt, verleumdet, beschmutzt: das »Jüngste Gericht« selbst ist noch der süße Trost der Rache – die Revolution, wie sie auch der sozialistische Arbeiter erwartet, nur etwas ferner gedacht... Das »Jenseits« selbst – wozu ein Jenseits, wenn es nicht ein Mittel wäre, das Diesseits zu beschmutzen?...

[Friedrich Nietzsche: Werke und Briefe: Streifzüge eines Unzeitgemäßen. Friedrich Nietzsche: Werke, S. 7571] (vgl. Nietzsche-W Bd. 2, S. 1009) (c) C. Hanser Verlag]



Ejercicio postmoderno de onanismo filosófico

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridos Royo-bloggers:

Lamento haber estado tanto tiempo sin aparecer por aquí, ¡pero es que me he pegado unas vacaciones navideñas de aúpa, viajando por un país de lo más agradable --sólo diré que muy caluroso, no sea que Simón, que tanto nos lee, acabe descubriendo mi identidad--)!

En fin, que a resultas de ello he incumplido mi promesa de enviaros un regalo de Navidad digno de tales fechas... ¡pero no os preocupéis! Los Reyes Magos han sido más generosos, y han dejado en mi chimenea la foto de Simonastro prometida, y un comentario algo exhaustivo sobre ella! Le envío ambas cosas por correo electrónico a Joseph K., para que las cuelgue si le parece oportuno. (Por cierto, Joseph, ¡sigues superándote! Tus posts de estas vacaciones han sido espléndidos; así como las nuevas disponibilidades del blog --encuestas, audiovisuales...--. Me trago mis palabras de cuando dije que te faltaba usar medios más sofisticados: ¡y yo que no sé ni enviar una fotografía en condiciones!).

En fin, chicos, la próxima vez, en lugar de una foto, estoy intentando lograr... ¡un texto inédito de Simonastro! Concretamente, se trata de una carta (perdón, quiero decir una epístola) que envió en cierta ocasión a una de sus presuntas amigas, la gorda de la Teresa Oñate. Pero, en tanto, ¡a gozar de la vida por saber que nunca seremos tan mezquinos como esa panda!

Anónimo dijo...

Bienvenido a casa, Georg. Se te echaba de menos por aquí. Dí que sí, que hay de disfrutar de la vida -si es posible, sin amargar a nadie-, así que felicidades por unas vaciones bien ganadas... Y el regalito navideño es genial!

Hoy me reído mucho con el Tete Fritz, el gatito travieso y el psicoanálisis de Georg sobre las neurosis de Simón. Los dos tenéis razón: Nietzsche le echaría un buen rapapolvo. El fragmento de texto que has seleccionado para este post parece escrito pensando en individuos como Simonastro y sus sermones.No hay duda de que Simón es todo ejemplar prototípico del "resentimiento humano".

Ojalá Georg tenga suerte y pueda compartir muy pronto con todos nosotros esa "epístola apócrifa" de nuestro Mesías.

Un abrazo ...