25 octubre 2006

EL ANTISEMITISMO DE SIMON ROYO

  • Hoy comentamos el siguiente artículo de Simón Royo :
    Noticias desde el trabajo inmaterial III: Impropiedad de la voz antisemitismo (Publicado el 21-10-2006 para Rebelión.org)

En primer lugar quisiéramos que los lectores tengan muy presente que Simón Royo es hijo del influyente periodista falangista pro-nazi Rodrigo Royo, director durante muchos años del diario Arriba. Ya hablamos en otros posts extensamente sobre él (ver aquí). Quizá sean sus antecedentes familiares lo que explique el porqué del fascismo izquierdoide que Simón Royo predica con tanto ardor.






En esta ocasión Simón Royo se atreve a publicar esta reflexión sobre el concepto «antisemitismo» que, apoyándose en la etimología del mismo, considera inapropiado. Éste es su error de bulto principal ya que se pierde en estériles divagaciones filológicas cuando en realidad debería buscar el contexto histórico en el que se acuñó tal término. Como ya nos tiene acostumbrados, esta vez Simón Royo se cree historiador y sesudo experto en lenguas semíticas. Mas como sigue el método del postmodernillo sabelotodo, mete el cucharón hasta el fondo.

Simón Royo abre su artículo con un ataque furibundo contra todos aquellos que aceptan la legalidad del estado de Israel a los que tilda, sin más, de “sionistas”. También aprovecha la ocasión para descalificar a todo un premio Nobel como el escritor húngaro Imre Kertész, dada su condición de judío y por analizar el antisemitismo predicado por cierto sector de la izquierda. Naturalmente, para Simón Royo las terribles experiencias de Kertész no tienen ningún valor testimonial —esto nos hace recordar su desdén por las vicisitudes sufridas recientemente por Jahanbegloo en Irán—. O sea, que Imre Kertész por ser un judío que ha vivido en propia carne sendas deportaciones en Ausschwitz y Buchenwald queda desautorizado para poder escribir sobre Israel (¡¿?!) y, en cambio, Simón Royo —un mindundis hijo de un filonazi miembro de la División Azul— sí que es toda una entidad moral sólida con derecho a darnos lecciones.

¿Qué busca Simón Royo con este panfleto? Por un lado, claro está, atacar al estado de Israel, a los que defienden su legalidad —establecida por la ONU—, y a los valores civiles y democráticos occidentales. Por otro, quitarse de encima el estigma de “antisemita”. Por eso ha escrito este artículo. Simón Royo sabe perfectamente que es un profundo antisemita en el mismo grado que es un pro-islamista radical. Para Simón Royo, que Irán tenga a varias mujeres encarceladas por adulterio —esperando la pena de lapidación—, que ahorque a homosexuales, que persiga a intelectuales y que limite contenidos de Internet y el ancho de banda, es legítimo porque Ahmadineyad está en contra de EEUU. Tampoco hace la más mínima alusión a las decenas de conflictos relacionados con los fundamentalismos islamistas (los 400.000 de muertos en Sudán, las luchas en Argelia, las matanzas de cristianos en Nigeria, los 35.000 muertos en Etiopía y otros tantos centenares en Malasia, Timor, Indonesia, Bangladesh, Pakistán, etc…).

No hay la menor duda de que Simón Royo busca distraer nuestra atención con esta prolija matraca sobre el mal uso del vocablo «antisemitismo». Así, al discutir sobre la supuesta impropiedad del término, pretende desproveerle de su significado. Si la palabra es falsa, falsos serán también su uso y, por supuesto, aquella realidad que designa. En resumen, se trata de un ejercicio de revisionismo histórico negacionista.

A lo largo del artículo se incurre en graves errores históricos. Habla de la "mítica Palestina bíblica" como la tierra del pueblo de los actuales palestinos. En la Biblia se habla de Philistia, zona situada al sur de Gaza, es cierto, pero los “filisteos” no eran semitas, sino aquellos invasores micénicos conocidos como los Pueblos del Mar (Plishah פלישה, significa “invasor”). Tras el sangriento episodio de Masada, el emperador Adriano decidió cambiar el nombre de Judea por el de Palestina, versión latinizada del antiguo nombre philistim. Más adelante, Simón Royo olvida intencionadamente que el estado de Israel se creó en 1947 en un proceso legal y pacífico custodiado por la ONU a partir de los territorios del imperio turco, que dominó la región durante más de cuatro siglos, al igual que Jordania, Siria, Líbano e Irak.

A continuación, Simón Royo incrusta una digresión pseudo-filológica en torno al término «antisemitismo». Como es tan listo, nos explica que «antisemita» deriva de «semita», adjetivo procedente de un hijo de Noé llamado Sem. Asimismo, nos enumera cuáles son las lenguas semitas. De acuerdo, hasta aquí todo es correcto por obvio.


Lo que nos quiere decir Simón Royo es que semitas son tanto los judíos como los palestinos y que, por consiguiente, la palabra “antisemita” también vendría a denotar el odio a todos los árabes en general. ¡Pues no! ¡Eso no es verdad!

Simón Royo extrapola un término —el de «semita»— que procede de la antropología y la lingüística para aplicarlo a la política. Simón Royo vuelve a demostrar aquí su profunda incultura al pasar por alto en qué momento y por qué se acuñó el término «antisemitismo». ¡Y qué curioso! Resulta que quien empleó por primera vez el susodicho vocablo fue un periodista anarquista de extrema izquierda llamado Wilhelm Marr en 1879 —un agitador igualito a Simón Royo—. Este sujeto consolidó el uso de este término en sus soflamas racistas durante el debate en Alemania de la ley de la Judenemanzipation. Marr, agrio jedeófobo, estaba en contra de esta proposición de ley que otorgaba derechos civiles a la minoría judía, la cual hasta entonces vivía repudiada al margen de ley. Es decir, que no fueron los judíos quienes se inventaron esta palabra, sino precisamente sus hostigadores pangermanistas. Este Wilhelm Marr escribió panfletos como Der Sieg des Judenthums über das Germanenthum (1873) y en 1879 fundó la Antisemitenliga
. Marr acusaba a los judíos de ser los artífices del capitalismo internacional que cercenaba el país, de dominar los periódicos y de alienar al pueblo alemán con sus espectáculos teatrales y musicales... ¡Paracen los argumentos de Simón Royo!



El antisemita Wilhelm Marr

El "progre izquierdista" Wilhelm Marr


En resumen, que el término «antisemitismo» nace en un contexto político muy específico y desde su acuñación designa explícitamente el odio a los judíos (Judenhass). Por esta razón, su uso más extendido es legítimo y perfectamente correcto, contrariamente a lo que Simón Royo afirma en este artículo redactado sobre hipótesis carentes del más mínimo fundamento histórico.

Otros errores hallados en este escrito del colegial Simonete:

  • Simón escribe *Imre Kestrez en vez de Imre Kertész
  • Abraham no es babilonio, sino que procede de Ur, ciudad caldea. Caldea sólo era una parte de lo que sería más adelante Babilonia
  • Gilgamesh tampoco es una epopeya babilonia sino sumeria





09 octubre 2006

SIMON ROYO Y EL COMUNISMO PLATONICO


Piort Kropotkin,
el nuevo guía de Simón Royo



Hoy comentamos lo siguiente:



¡Caramba con la inmodestia! ¿Leen ustedes con qué entono titula Simón Royo sus últimos artículos colgados en rebelión.org y lacavernadeplaton.com? ¿Entienden algo? Les recomiendo que se ajusten bien sus zamarras y se apoyen en un robusto cayado, que deambularemos bastante rato por las pedregosas elucubraciones de Simón Royo.

Ya lo habrán notado. En efecto, nos referimos a la malicia de la palabra “inmaterial” modificando al substantivo “trabajo”. Dudamos que aluda aquí exclusivamente a lo metafísico. Apostamos que es una indirecta al materialismo filosófico y, por supuesto, a la producción del denostado mundo capitalista. Pero suponer eso de Simón Royo implicaría que le otorgamos cierta sutiliza e ingenio. Quién sabe… Sigamos leyendo.

Luego, el resto de la parrafada del título. ¡Para quedarse atónitos! La justicia “posthumanista” —¿postmoderna, Simón?— del “comunismo platónico” —¿manipulación de Platón, Simón?—. Bien, y ahora la abracadabrante frase: “afirmación de la existencia del ser nato”. ¿Un ser que ha nacido y que por lo tanto existe gracias a la justicia postmoderna reconciliada con los poetas? ¿Qué poetas? ¡Ah, sí! Vemos que Simón Royo pilla tiras de versos de Hölderlin y Ronsard… ¡Vaya un cuadro!

En definitiva se trata de hacerse pasar por filósofo letraherido y, con ese disfraz que parece imponer respeto ad auctoritatem, endilgar sus obsesiones políticas. O sea, que el pobre Platón (o Hölderlin o quien sea) a Simón Royo le importa un comido en vinagre, siempre y cuando pueda picotear algunas citas con las que dar refulgencia a sus panfletos. Así, algún incauto creerá que Simón Royo es un señor que ha estudiado mucho —la filosofía parece seria, ¿no?— razón por la cual merece que se le preste atención al politiqueo de extrema izquierda fascistoide que difunde en sus articulillos. Dicho esto, veamos qué diablos nos cuenta hoy en estos dos mamotretos publicados al mismo tiempo y de contenido muy similar.

En su Análisis edificante, Simón Royo se limita a resumir el libro segundo de la República de Platón —habrá cogido las guías de la edición de la Gredos, qué listo— . Simón Royo se impacienta por llegar al punto que le interesa: la formación integral del ciudadano según las premisas de Platón. Esto le sirve para arremeter contra la «educación obligatoria» —esa barbaridad ilustrada leviatanesca— que Simón Royo considera, sin más, «una formación de esclavos» consagrados a la especialización de un trabajo determinado. O sea, que un chico o una chica que estudian para ser neurocirujanos son unos esclavos ya que se han concentrado en una especialidad y no aspiran por ello a la «sabiduría» que Simón Royo, por supuesto, posee.

¿Qué nos propone Simón Royo? ¿Qué modelo de comunismo platónico diseña para nuestros hijos en este mundo tan complejo y competitivo? ¿Cómo? ¡Ostras! ¡Esto sí que es vivir en una torre de marfil! ¡Simón Royo nos habla del anarquista Piotr Alexéievich Kropotkin (1842-1921), viejo amigo! ¡A eso le llamamos estar al día! Simón Royo nos sugiere que creemos una Arcadia agro-utópica en la que trabajemos tan sólo unas tres horas al día —lo que daría para cultivar tres patatas—, siguiendo los esquemas que Kropotkin diseñara en La conquista del pan, de 1892. Así, con una novedad de hace más de cien años circunscrita en la Rusia agrícola de los zares, Simón Royo quiere plantarle cara a los retos de la economía postindustrial hipertecnificada (con más de un 65% de trabajo en sector servicios, cuando Simón Royo está obsesionado con la producción material y las materias primas).

No obstante, Simón Royo no puede dejar un artículo suyo sin alguna referencia a las teocracias medievales o dictaduras comunistas que tanto le gustan y que, por ende, deberíamos imitar. Les ponemos aquí un párrafo obtuso de la Justicia posthumanista:

Ahora se intenta [la justicia] en Irán, en Venezuela, en Cuba y en Bolivia, y los de siempre, los banqueros, los capitalistas, los opusimos, junto a la canalla de los tenderos, creen que lo normal es lo aberrante y que lo que no es normal es la igualdad, la justicia y la libertad. Pero se seguirá intentando una y otra vez y su consecución mayoritaria y definitiva, como ya dijo Marx, marcará el final de la Prehistoria de la Humanidad y el comienzo de la verdadera Historia.

Sin más, ya nos queda claro qué significa “post-humanista”.

Nota :
• Sabemos que es inútil, que eres un anarquista de la sintaxis, pero procura pulir este persistente error:
-No se escribe *entorno a, sino
en torno a
• ¿Los *Medicci, Simón? ¿Quiénes son? Caray, tienes dos opciones, la versión españolizada los Médicis o la italiana, Medici.

Con tantas faltas, uno se pregunta si fuiste al colegio allá en Colombia. Pero claro, si no eres un esclavo, obviamente no fuiste.