Todavía no nos hemos repuesto del preocupante asunto del ataque a ciertas webs españolas que Simón Royo regresa a las andadas. ¡Y cómo!
Hoy nos proponemos a analizar el último artículo de Simón Royo publicado hace unos días en rebelion.org (¿Qué pasa con Irán? Jahanbegloo y el reformismo liberal).
Nuestro filósofo postmoderno relativista vuelve a subirnos la tensión arterial con esta tarascada inclasificable. Su problema como supuesto “intelectual” metido en política va más allá de la pura controversia izquierda/derecha. Sobretodo, lo que hiede de sus escritos son sus cerriles porfías en torno a los más básicos derechos humanos, de que los que él –por cierto– disfruta sin restricciones de ningún tipo.
El chollo de ser un “filósofo postmoderno” radica en la insubstancialidad de la cosa en sí, que es incapaz de autodefinirse y de buscar un método sólido. El juego laberíntico de las interpretaciones –que como sabemos según estos visionarios no pueden ser jamás válidas– nos conduce a una pesantez insoportable. Pero el filósofo postmoderno no vacila en introducirse categóricamente en mil embrollos de mucho cuidado. Aquí, nuestro Simón Royo se nos aparece como un sombrío psicopompo de las almas desorientadas de esa izquierda embebida de sí misma, hijita de papá, que va de rompedora y cuyo único mérito consiste en la transgresión infértil. La performance fachosa es su vía de expresión.
Nos preguntamos cómo es posible ser “periodista” sin serlo, a no ser –claro– que uno sea un postmoderno como Simón Royo. Que sepamos, Simón Royo no es corresponsal ni investiga in situ los hechos sobre los que pontifica desde sus comunicados en Internet. Tampoco es historiador, ni experto en economía, ni en relaciones internacionales, ni en ciencias políticas, ni en historia del arte, ni en música, ni en derecho, ni en filologías muertas ni vivas ni árabes, ni en psicología, ni en sociología. No obstante, como conspicuo espécimen de “postmoderno incoherente”, no titubea en meter sus raquíticas extremidades en todas las áreas del conocimiento que, por supuesto, domina gracias a su erudición sin par.
En su último artículo, la doblez de espíritu se torna casi siniestra. A estas alturas nos son conocidas las limitaciones léxicas de Don Simón, que se reducen a tres vocablos, a saber: capitalista, fascista y occidental. Pues bien, como nos temíamos, aquí volvemos a encontrar más de lo mismo.
Simón Royo abre fuego contra los socialistas que ya no son socialistas sino “indiscernibles neoliberales” o cobardes que se entregan al “pragmatismo”. Por supuesto, únicamente él es la izquierda en estado prístino y puro. El resto de los seres humanos son ignominiosos. Acto seguido, ya en el tercer párrafo, nos introduce el motivo principal de sus disquiciones: el caso Jahanbegloo.
Sospechamos que el caso Jahanbegloo le interesa por partida doble. Por un lado, le permite arremeter contra El País (ya se sabe, el diario de esos sociatas pragmáticos de centro); y, por otro, contra cualquier chispa de libertad democrática que pueda surgir en los países teocráticos. El periodista Lluís Basset publicó el 25 de mayo en El País un reportaje sobre la encarcelación sin cargos de Jahanbegloo en Irán. El crimen de Jahanbegloo consistió en escribir un par de artículos para el susodicho diario, en los que censuraba la negación del Holocausto por parte del actual presidente iraní. Esto ha sido suficiente para ser detenido. Parte de la prensa internacional se ha hecho eco de esta circunstancia puesto que –salta a la vista, ¿no?– se trata de un acto que atenta contra la libertad de expresión más esencial.
Simón Royo se atreve a burlarse de Jahanbegloo, por no decir que casi justifica su detención, dado que el filósofo iraní aboga por una democracia capitalista. Eso le basta a Simón Royo para encauzar el resto de su discurso hacia otras barbaridades, como que “la libertad de expresión en Occidente [...] no sirve para nada”.
Cuando uno lee esto ya no sabe qué pensar. Se puede –¡cómo no!– hablar bien o mal del capitalismo, pero ya pasa de castaño a oscuro que, para tal fin, un supuesto intelectual de izquierdas ponga por escrito tales memeces. Y, sobretodo, que lo haga Simón Royo.
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Aun nos acordamos de tu reacción histérica en la UCM, cuando te dio por embestir contra Gabriel Albiac –al que le llamaste de todo– y algunos estudiantes que le apreciaban colgaron por las paredes de la facultad de filosofía sus propias respuestas a tus soflamas. Te pareció que todo fue una “caza de brujas” en contra de tu bonita e intocable persona y, ahora, te burlas de las dificultades de un hombre que está en prisión mientras tú nos martirizas con tus plúmbeas conferencias sobre Heidegger y vives de las bondades del funcionariado. Tampoco olvidamos tus censuras en el foro Pólemos de la UNED o tus agravios y puñetazos a personas que eran objeto de tu ira –simplemente– por pensar difererente.
¿Qué tienes tú de izquierdas? En Irán, a penas hace un año, dos muchachos fueron ahorcados públicamente por ser homosexuales y tu dichosa constitución afrancesada parece que sirvió de muy poco. Tampoco te dignaste a pronunciarte al respecto, gran "defensor de las minorías". En las cerdas democracias occidentales eso ya no pasa y no será gracias por tu ayuda al sistema que te permite a ti tener seguridad social, baja por paternidad, educación gratuita primaria y secundaria, así como algunos bienes materiales tan despreciables y consumistas como libros o un ordenador. Se diría que te da rabia que el currante de turno llegue a casa y se distraiga un rato viendo la televisión –tú se la quitarías–, no sea que disfrute de un par de horas con algo entretenido en vez de leerte a ti, antorcha y guía de la humanidad.
Asimismo estamos seguros de que a tu hogar no le falta ninguna comodidad, como tampoco te falta a ti esta denostada libertad de expresión que utilizas cada día para aburrirnos con tus dislates.
¿Qué tienes tú de izquierdas? En Irán, a penas hace un año, dos muchachos fueron ahorcados públicamente por ser homosexuales y tu dichosa constitución afrancesada parece que sirvió de muy poco. Tampoco te dignaste a pronunciarte al respecto, gran "defensor de las minorías". En las cerdas democracias occidentales eso ya no pasa y no será gracias por tu ayuda al sistema que te permite a ti tener seguridad social, baja por paternidad, educación gratuita primaria y secundaria, así como algunos bienes materiales tan despreciables y consumistas como libros o un ordenador. Se diría que te da rabia que el currante de turno llegue a casa y se distraiga un rato viendo la televisión –tú se la quitarías–, no sea que disfrute de un par de horas con algo entretenido en vez de leerte a ti, antorcha y guía de la humanidad.
Asimismo estamos seguros de que a tu hogar no le falta ninguna comodidad, como tampoco te falta a ti esta denostada libertad de expresión que utilizas cada día para aburrirnos con tus dislates.
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Addenda al artículo de Simón Royo: sus faltas de ortografía y sintaxis.
- Párrafo 3: "pues dado que mienten tanto". O te sobra una conjunción explicativa o le pones una coma detrás de "pues".
- Párrafo 5: "junto a muchos otros". "Junto a" significa estar físicamente al lado de algo o alguién. En este caso se debería escribir "junto con muchos otros" si se quiere indicar que una actividad se desempeña con la compañía o colobaración de otras personas.
- Párrafo 11: Y aquí escribes mal el nombre de Sha de Persia "Reza Palhevi" cuando debe ser "Pahlevi", igual que el nombre de la lengua persa medieval... ¡¡¡Es que ni siquiera sabes copiar!!!